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viernes, 26 de febrero de 2010

NUEVO SITIO WEB DE LA BANDA DE ROQUETAS


Según se informa en Roquetas Penitente, la Unión Musical de Roquetas tiene un nuevo sitio web en internet.

Para más información pinchar aquí.

Fuente.: Blog Roquetas Penitente

jueves, 25 de febrero de 2010

BANDA DE ROQUETAS Y EL CICLO DE MUSICA SACRA

La Unión Musical de Roquetas tocará un concierto la proxima semana, dentro del VII Ciclo de Música Sacra que celebrará el Ayto. de Almería.

Para más información pinchar aquí

Fuente.: Blog Roquetas Penitente

miércoles, 24 de febrero de 2010

LA JUSTICIA DE DIOS

Queridos cofrades y diocesanos:

Llega la Cuaresma y todos nos disponemos a recorrer con Cristo el itinerario del desierto a la mañana de gloria de la resurrección. El Triduo pascual se convierte en el foco del que dimana la luz que ilumina nuestra vida cristiana.
En este tiempo santo se nos da oportunidad de gracia para abrir los ojos de la fe al conocimiento del misterio de Dios, que es amor, esperando confiadamente el perdón de los pecados y la plena regeneración de nuestra vida; y estimulando la caridad, que abre los brazos al prójimo necesitado de nuestro amor.

Con la Cuaresma, la vida teologal del cristiano, iluminada por la luz pascual, desencadena actividades de piedad acendrada con los ojos puestos en la Semana Santa, a la cual se llega mediante la purificación cuaresmal. Toda la vida del cristiano se rejuvenece y se fortalece el testimonio de Cristo en el mundo. Los cuarenta días cuaresmales nos preparan para la Pascua, evocando aquellos cuarenta días de desierto que vivió Jesús antes de acudir a ser bautizado por Juan en el Jordán y presentarse ante Israel como el Enviado del Padre. La Cuaresma nos hace conscientes de la necesidad de purificación constante que requiere la vida del cristiano, llamado a conversión permanente, para que abandone el pecado y renuncie a vivir como si Dios no existiera. El tiempo cuaresmal nos ayuda a descubrir la voluntad de Dios, que no es arbitraria, sino camino abierto al bien y la felicidad del hombre. Su recorrido nos acerca a la bienaventuranza eterna, porque la conversión y purificación cuaresmal nos hace gratos a Dios y aparta el peligro de arruinar nuestra propia vida alejados definitivamente de Dios y de su amor, verdadera meta y fin del hombre, para el cual ha sido creado.

La Cuaresma llega este año de grave crisis social con un aldabonazo en el alma, que nos despierta a la necesidad de pan y trabajo de cuantos hermanos nuestros han perdido empleo y bienestar, poniendo en riesgo su vida personal y familiar, y dejando al descubierto el mal de una sociedad insegura, fiada de sí misma en la prosperidad. Un aldabonazo que nos hace caer en la cuenta de que sin valores morales, que tienen su fundamento trascendente en Dios, el hombre y la sociedad ponen en peligro sus mejores logros. El ocultamiento de Dios deja la vida humana sin horizonte, ciego para descubrir que, cuando el hombre hace de sí mismo la medida de todas las cosas, corre gravemente el riesgo de confundir el mundo con sus fantasías y quimeras. El hombre sin Dios sólo se proyecta a sí mismo sobre las cosas, culpablemente equivocado confunde sus deseos víctima de las concupiscencias, y pierde la libertad de elegir el bien. La ceguera del hombre sin Dios le lleva a creer que posee algo, cuando en realidad sólo tiene carencias y una deforme visión de Dios, del hombre y de la sociedad que ha creado a su medida.

El Papa Benedicto XVI nos propone en su carta para la Cuaresma las palabras de san Pablo: «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo» (Romanos 3,22). Con ellas nos recuerda que hay una justicia de Dios que es distinta de la justicia de los hombres. Nosotros creemos ser justos cuando somos capaces de practicar una justicia distributiva que iguala a todos cubriendo las necesidades de cada cual, pero sólo Dios conoce de qué tiene cada ser humano necesidad. Por eso la Cuaresma viene a recordarnos que la invitación cuaresmal a practicar la justicia distributiva, que es imperativo moral inexcusable para gradar a Dios, debe llevar consigo la apertura de nuestra justicia a la justicia de Dios, revelada en la fe en Jesucristo. En la fe se comprende que la misericordia de Dios manifiesta su amor por nosotros al entregarnos a su Hijo, a quien hizo “instrumento de propiciación por su sangre” (Rom 3,25). Dios pasa por alto nuestro pecado y se muestra propicio a la misericordia con el pecador. Esta es su justicia, bien alejada de nuestro deseo de desquite.

El ayuno cuaresmal, para ser grato a Dios, tiene que ser ayuno de toda injusticia contra Dios y contra el prójimo, y tiene que ir acompañado de un hondo y sincero deseo de cumplir la voluntad de Dios, porque sólo Dios nos puede hacer justicia. ¿Quién podía hacer justicia al Crucificado, sino Dios su Padre que lo resucitó del sepulcro? Los pasos de Semana Santa narran la historia de justicia divina, que es la historia de la misericordia de Dios con nosotros.

Lo saben bien los cofrades de las hermandades penitenciales, que se aprestan a reproducir en imaginería de inigualable belleza la semejanza de Cristo, poniéndose de su lado cuando pasa bajo el peso de la injusticia de la cruz, y llorando con María Santísima el destino de dolor del mejor hijo de los hombres para que no impere la injusticia. Quiera Dios misericordioso que esta Cuaresma nos ayude a llegar a los misterios del Triduo pascual más justos y consecuentes con la justicia de Dios.

Almería, a 17 de febrero
Miércoles de Ceniza



+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería

Devoción y Liturgia: Carta del Vicario Episcopal para Hermandades y Cofradías

Devoción y Liturgia: Carta del Vicario Episcopal para Hermandades y Cofradías

Hablar de devoción o devociones no es tema fácil en nuestros días. La palabra devoción no goza de buena prensa. Para muchas personas, incluso bautizadas, esta palabra evoca prácticas de otra época, incluso algunos van más lejos y hablan de “beatería”. Sin embargo, la fe del pueblo se ha alimentado durante mucho tiempo de estas manifestaciones y prácticas religiosas que guardan mucha relación con el afecto y los sentimientos.
En efecto, en la devoción a las veneradas imágenes y cultos propios de las hermandades y cofradías, se prima más los sentimientos que la razón, aquellas experiencias que se llevan impresos en el corazón y se viven cotidianamente, aquellas vivencias que se han recibido en muchos casos por tradición de nuestros mayores. De ahí nuestra identificación con las representaciones iconográficas de nuestra devoción particular porque despiertan en nosotros ciertamente páginas de Evangelio al tiempo que infinidad de vivencias personales y comunitarias.
No obstante la Iglesia siempre ha enseñado que las devociones son una prolongación de la vida litúrgica por lo que es evidente que las devociones privadas o públicas no deben en ningún caso reemplazar la celebración de los sacramentos y la participación en la eucaristía dominical[1]. De este modo en tanto la liturgia expresa públicamente el culto que se tributa a Dios por toda la comunidad cristiana, las devociones, propuestas para alcanzar mayor perfección bien en su modo privado o público, tratan de expresar en la oración y en los actos de piedad el fervor de la vida interior de cada fiel cristiano o de un grupo asociado.
Las Hermandades y Cofradías deben tener asumido con claridad meridiana que el centro de la vida cristiana es la Eucaristía y, en el caso de Semana Santa, el centro son el conjunto de las celebraciones del Triduo Sacro de las que se sigue todo lo demás, incluidas las manifestaciones públicas de la fe o procesiones. Pero también hay que hacer notar que ambas, liturgia y devoción, son complementarias para la vida espiritual por lo que habrá que buscar espacios y armonizar el tiempo para lo uno y lo otro.
Además las devociones a nuestras imágenes sagradas, ciertamente, permiten a las personas y a los grupos humanos expresar de manera más concreta su fe y su vinculación a Dios, a Cristo y a la Virgen María. Escriben los teólogos que es lugar teológico la historia y, en consecuencia, nuestra historia personal y comunitaria, nuestras tradiciones, usos y costumbres son un medio excelente para vivir y expresar la fe con tal de que no la contradigan ni tampoco a las enseñanzas de la Iglesia. En palabras del venerable Juan Pablo II, “es la fe que se hace cultura”.
Las devociones, tanto privadas como públicas, hay que inscribirlas dentro de la espiritualidad de aquellos que ante el Señor se consideran pobres. Pobres son los que acuden a pedir una gracia ante nuestras imágenes; pobres son los enfermos que en su cabecera han colocado una estampa de nuestras imágenes titulares y la besan como la mejor de las oraciones; pobres son, en su mayoría, los que sostienen económicamente las Hermandades y Cofradías; pobres, en definitiva, somos todos ante la grandeza de amor de Jesucristo en la cruz y la donación sin par generosa del Padre en su propio Hijo hecho hombre para nuestra salvación.
Todos los años, en fechas tan significativas como lo son la santa Cuaresma y la Semana Santa, los cristianos agrupados en las asociaciones de fieles, tenemos la oportunidad de ofrecer al resto de la comunidad cristiana el ambiente propicio para revivir los misterios centrales de nuestra fe al tiempo que nuestras manifestaciones públicas de fe deben ser una posible llamada a personas que poseen una fe vacilante para que vuelvan a la práctica religiosas así como a abrazar la fe a aquellos que no conocen a Jesucristo. Las catequesis plásticas son una hermosa tarea para las hermandades y cofradías no exenta de gran responsabilidad puesto que nuestras procesiones, junto con las preparaciones espirituales que les preceden, deben ser hermosas catequesis que impulsen nuestra vida al seguimiento radical de Jesucristo y su Evangelio en la Iglesia.
Vistas así las cosas es evidente que no tiene por qué haber conflicto ni exclusión entre la sagrada liturgia y las devociones[2]. Los dos ámbitos se complementan necesariamente. Algunas devociones nacieron de la liturgia y la catequesis o, al menos, fueron su fuente de inspiración. Y, al revés, la liturgia, después de engendrar a las devociones, se enriquece a su vez con ellas. En cualquier caso, estamos convencidos, que las manifestaciones devocionales del pueblo son siempre ocasión propicia para el primer anuncio de nuestra fe y la evangelización en general. A esta síntesis litúrgico-devocional que propongo nos invita el Concilio hablando de la Virgen Santísima cuando exhorta: “Recuerden, finalmente, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica (...)”[3] .
Termino con una recomendación en coherencia con lo expuesto más arriba. Los hermanos cofrades deben prepararse para vivir cristianamente el Misterio Pascual sabiendo que no hay mejor preparación que la vida en gracia de Dios alimentada con los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía. Preparemos bien nuestros cultos cuaresmales. Asistamos a los actos de formación espiritual y oracionales programados en nuestras parroquias. Vivamos con fe y devoción nuestras procesiones.
¡Feliz Pascua de Resurrección!

MANUEL POZO OLLER,
Vicario Episcopal

lunes, 22 de febrero de 2010

ENSAYOS EN LA EXPIRACION

La H. de la Expiración a dado a conocer los ensayos de los horquilleros y de la banda.

Para conocer la noticia más ampliamente pinchar aquí

Fuente.: Blog Oficial H. de la Expiración

miércoles, 17 de febrero de 2010

Miercoles de ceniza. Comienza el Camino


Al comenzar este tiempo litúrgico, una circunstancia temporal se convierte en llamada a interrumpir nuestra posible inercia. Las lecturas de este día recalcan: “Ahora” (Joel 2, 12). “Ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación” (II Co 6, 2).


Se abre un tiempo propicio, un tiempo de gracia, tiempo de misericordia, de reconciliación, de conversión, de amor, de justicia. No lo dejes para mañana, ahora es el momento, ahora es la llamada, ahora tienes la oportunidad de comenzar de nuevo, de reiniciar tu andadura, de dejar el lastre, el peso insoportable, originado por acumulación de sentimientos negativos.

Me ha sorprendido la exégesis que hace el Papa Benedicto XVI en la Carta de Cuaresma sobre la “justicia de Dios”, referencia que en algunos momentos hemos podido escuchar con tintes apocalípticos. Cuando, según, el Papa, la justicia de Dios no es como la nuestra: “En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante”. “Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas” (Jl 2,13).

Pero lo más sobrecogedor es que la justicia de Dios se ha manifestado en la ofrenda amorosa de su Hijo. “Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a Él, recibamos la justificación de Dios” (IICo 5,21).

Sólo desde la confianza que nos transmite la revelación es posible atreverse a reconocer la propia debilidad: “Yo reconozco mi culpa”. “Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme” (Sal 50).

Te deseo un comienzo esperanzado de este tiempo cuaresmal. Cuarenta días de especial llamada a la oración, al ejercicio de la caridad y al dominio propio.

Fuente: Revista ecclesia digital.

martes, 16 de febrero de 2010

Mensaje para la Cuaresma de 2010 de Su Santidad el Papa.


MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2010

« La justicia de Dios se ha manifestado
por la fe en Jesucristo » (cf.
Rm 3,21-22)

Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo» (cf. Rm 3,21-22).

Justicia: “dare cuique suum”

Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra “justicia”, que en el lenguaje común implica “dar a cada uno lo suyo” - “dare cuique suum”, según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste “lo suyo” que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia “distributiva” no proporciona al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX, 21).

¿De dónde viene la injusticia?

El evangelista Marcos refiere las siguientes palabras de Jesús, que se sitúan en el debate de aquel tiempo sobre lo que es puro y lo que es impuro: “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre... Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas” (Mc 7,15. 20-21). Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la reacción de los fariseos una tentación permanente del hombre: la de identificar el origen del mal en una causa exterior. Muchas de las ideologías modernas tienen, si nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene “de fuera”, para que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su puesta en práctica. Esta manera de pensar ―advierte Jesús― es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: “Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (Sal 51,7). Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original. Adán y Eva, seducidos por la mentira de Satanás, aferrando el misterioso fruto en contra del mandamiento divino, sustituyeron la lógica del confiar en el Amor por la de la sospecha y la competición; la lógica del recibir, del esperar confiado los dones del Otro, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar por su cuenta (cf. Gn 3,1-6), experimentando como resultado un sentimiento de inquietud y de incertidumbre. ¿Cómo puede el hombre librarse de este impulso egoísta y abrirse al amor?

Justicia y Sedaqad

En el corazón de la sabiduría de Israel encontramos un vínculo profundo entre la fe en el Dios que “levanta del polvo al desvalido” (Sal 113,7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqad,. En efecto, sedaqad significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad con el prójimo (cf. Ex 20,12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe. No es casualidad que el don de las tablas de la Ley a Moisés, en el monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en “escuchar el clamor” de su pueblo y “ha bajado para librarle de la mano de los egipcios” (cf. Ex 3,8). Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (cf. Si 4,4-5.8-9), el forastero (cf. Ex 20,22), el esclavo (cf. Dt 15,12-18). Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un “éxodo” más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. ¿Existe, pues, esperanza de justicia para el hombre?

Cristo, justicia de Dios

El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos: “Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).

¿Cuál es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás. El hecho de que la “propiciación” tenga lugar en la “sangre” de Jesús significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la “bendición” que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeción: ¿qué justicia existe dónde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de “lo suyo”? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.

Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.

Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este año volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2009

BENEDICTUS PP. XVI

Fuente: Web del vaticano.

viernes, 12 de febrero de 2010

CONCLUIDA UNA RESTAURACIÓN DE ENRIQUE SALVO RABASCO -

El taller de Enrique Salvo Rabasco, AETOS RESTAURA, acaba de concluir la restauración de la Virgen de la Soledad de la localidad almeriense de Berja. Se trata de una Dolorosa realizada en madera de pino estofada y policromada, que se venera en la Parroquia de la Anunciación de dicha localidad.

Para su restauración han trabajado los siguientes profesionales: Enrique Salvo Rabasco (coordinador), Francisco Javier Gómez Rodríguez (técnico restaurador), Carpintería Hans H. & Oliver B. (empresa de carpintería especializada, para trabajos en elementos sustentantes, consolidación de estructuras y estabilización de estructura interior), Clínica radiológica Martí Torres (estudio radiológico) y Salvador Reina Segovia (colaboración auxiliar).

A su llegada al taller, la imagen presentaba un estado de conservación bastante precario. Sobre todo se observaban repintes localizados en carnaciones y una gruesa capa de barniz sobre el estofado que había oscurecido y dificultaba la contemplación del riquísimo programa pictórico que decora la talla. Realizadas las catas pertinentes y estudiada en profundidad la posibilidad de eliminar dicho repinte se procedió a recuperar la policromía original de la Dolorosa. La capa de barniz sobre el estofado se retiró usando disolventes específicos que en absoluto alteraran la decoración original y que permitiera eliminarlo con garantías.

En el proceso de consolidación, se procuró la adhesión en las zonas que tenían riesgo de desprendimiento. Además, el pie derecho de la Virgen, que estaba totalmente desprendido, se volvió a colocar en su posición original. Se eliminaron también los restos de cola envejecida y se sustituyeron los clavos por varillas de fibra de vidrio, debidamente preparadas al efecto, al igual que en el resto de la escultura.

A nivel de conservación preventiva, se han sustituido los clavos de forja por otros de similares características, realizados en madera de pino estofada y policromada para evitar que sigan propinando arañazos en las extremidades superiores de la Dolorosa.

Se han recuperado los angelitos de las cartelas, que estaban muy deteriorados, algunos de ellos prácticamente perdidos. Para ello, se ha usado una técnica más suelta que la original, de manera que se pueda discernir perfectamente qué restos quedan de original y cuales son los recompuestos. Finalmente, se llevó a cabo la reintegración matérica con estuco tradicional y la cromática usando pigmentos al barniz, y se concluyó la restauración aplicando una capa de protección mediante barniz tipo LEFRANC.

Fuente: La Hornacina

XV PREGON DE LOS DOLORES

La H. de los Dolores (centro) hermandad decana del municipio de Roquetas, realiza por decimo quinto año consecutivo su ya tradicional pregón con motivo de la Semana Santa.

Para más información pinchar aquí.

Fuente.: Blog Roquetas Penitente

Reloj

Próximas Citas

  • 8 de Diciembre. Inmaculada Concepción. Todos los municipios.
  • 25 de Diciembre. Natividad del Señor. Todos los municipios.
  • 5 de enero. Cabalgata de Reyes Magos. Todos los municipios.
  • 6 de enero. Epifanía del Señor.
  • 17 de enero. Fiestas de S. Antón. San Agustín (El Ejido)
  • 20 de enero. San Sebastián. En Adra
  • Miércoles de ceniza; Comienzo de la Cuaresma. Todos los municipios - Entierro de la sardina. Berja
  • (2º Domingo de Cuaresma) Bajada de la Virgen de Gádor. Berja
  • (4º Domingo de Cuaresma) Subida de la Virgen de Gádor. Berja
  • 31 de marzo Humarrachos; Noche de hogueras en honor de San Tesifón. Berja

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