El historiador y restaurador malagueño Enrique Salvo Rabasco ha concluido las labores de restauración en la talla de la Virgen del Rosario de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Adra, a la que ha devuelto su estado original del siglo XVIII. El resultado se presentará mañana en la parroquia de la Inmaculada con una conferencia y habrá un concierto.
El resultado de estos trabajos, que entre otras cosas ha permitido atribuir la talla al pintor y escultor granadino José Risueño, y no a Pedro de Mena como se pensaba hasta ahora, se presentará a la ciudadanía mañana sábado, a las 19.45 en la propia parroquia, donde el restaurador ofrecerá una conferencia sobre su trabajo y además tendrá lugar un concierto.
La talla, que presentaba daños sobre todo en la parte expuesta a la devoción y la parte delantera de la túnica, se ha sometido durante meses a una profunda intervención basada en métodos científicos de análisis y estudios histórico-artístico. «La restauración ha sido muy respetuosa con el original, se ha solucionado lo que estaba mal y se le han quitado los añadidos posteriores, resaltando la belleza original de la talla y aspectos importantes como los ojos de la virgen, que son de cristal pero estaban pintados y esto no se apreciaba», resalta Salvo Rabasco.
Para este trabajo ha sido necesario un trabajo de campo previo, con una investigación histórico artística y se han realizado radiografías para determinar el estado de conservación en el interior de la imagen, donde se descubrió un documento que al estar muy deteriorado se prefirió no sacar porque se destruiría. En los estudios de cromatografía y estratigrafía se comprobó que «la virgen está hecha en madera de pino, policromada al óleo, a pulimento (técnica propia del barroco) y las partes doradas están hechas al agua y el estofado al temple». Se hizo además una endoscopia y un escáner y se sustituyó la sujeción a la peana por varillas de fibra de vidrio, ya que lo anterior había propiciado la aparición de carcoma, por lo que la talla tuvo que desinsectarse.
Limpieza
La limpieza, que es lo que más se aprecia a simple vista en las caras de la virgen y el niño tras la restauración, se ha hecho con tenso activos y disolventes específicos lo que ha permitido sacar a la luz «una maravilla de estofado y el paño del niño ha sacado unas tonalidades azules, no era blanco como parecía. Al limpiar la cara de la virgen además comprobamos que tiene ojos de cristal y mascarilla». La restauración también ha consolidado partes que estaban en mal estado, se ha hecho la reintegración matérica y cromática y se han repuesto partes anatómicas tanto de la virgen y el niño.
Otro trabajo importante ha sido la restauración de la corona de la virgen, también del siglo XVIII y que conserva los punzones de los plateros del reino de Granada y de esa época. «Le hemos dado un baño de plata y se le han soldado unos imperiales que estaban sueltos, ha pegado un cambiazo impresionante y se ha respetado su colocación».
Con todo este trabajo se puede atribuir la talla a José Risueño y no a Mena «porque el niño tiene mucho movimiento y Mena los hace más hieráticos. Además se nota que el trabajo lo ha hecho un pintor, por los detalles y otra cosa es que la virgen tiene una pierna adelantada y eso Mena no lo hace nunca», resalta el restaurador.
Fuente: Ideal
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